martes, 20 de octubre de 2009

Fe


Debo confesar que envidio a los creyentes. Envidio sus certezas, su paz interior, su consuelo y, sobre todo, envidio su confianza en que con la muerte no acaba todo. En los peores momentos de mi vida (sí, aquello de acordarse de Santa Bárbara sólo cuando truena) he intentado buscar la fe a través de la razón, pero ha sido en vano. La única razón que puede aplicarse quien persigue la trascendencia es pensar que la ciencia no lo explica todo, ni de lejos. Pero con ello no basta, al menos para mí.

Es lógico, por tanto, que nunca deje de sorprenderme cuando conozco casos de científicos/as creyentes. Ellos y ellas que disponen de todo lo que el conocimiento actual aporta a la ciencia... Que están en contacto con los procesos químicos, físicos, biológicos... Que en muchos casos conviven a diario con la enfermedad y la muerte y, por lo tanto, con la extrema pequeñez del ser humano. Y sin embargo, creen. Supongo que esa fe será lo que la doctrina llama un don, pero aun así me cuesta mucho entenderla.

Todo esto viene a cuento porque he descubierto el blog de una monja, Teresa Forcades, que es médica, doctorada en Salud Pública (y sin embargo cree...) y licenciada en Teología. Estos días circula por Internet un documento de su autoría sobre la gripe A y el vídeo de YouTube que os he insertado más arriba. Os los recomiendo porque desmontan algunos de los tópicos que se están difundiendo sobre esta "pandemia".

Más allá de lo interesante de sus ideas y sus palabras, me llama la atención y me produce una cierta perplejidad su apuesta por la fe a partir de la ciencia.

1 comentario:

  1. Hola, a mí también me fascinan las personas creyentes y que utilizan la razón aplicando el método científico. Imagino que apartan de su imaginario las contradicciones entre fe y razón. Desde mi perspectiva no es posible pero ellos lo consiguen. Por tanto, estoy contigo, lo tienen más fácil ;-)

    Saludos
    Eppur si muove

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