martes, 22 de septiembre de 2009

Reconectar con una misma II


Decía en el último post que nunca deberíamos perder de vista quién somos. Y lo decía porque si decidimos hacer caso a los demás --léase en este caso publicidad-- y ya contamos con más de cuarenta primaveras, lo tenemos muy, pero que muy mal.

Es evidente que la publicidad tiene una primera función, informativa, útil y deseable. Está bien que alguien nos diga qué es lo que hay en el mercado para que podamos elegir. Ya no es tan bueno, sin embargo, que nos digan quiénes somos, o quiénes deberíamos ser, a juzgar estrictamente por nuestro sexo o por nuestra edad.

Porque si hacemos caso a la publicidad, nosotras, mujeres en los cuarenta o más, además de ser casi el centro de la creación del mundo publicitario, tenemos todas --¡o deberíamos tener!-- pérdidas de orina, gases, celulitis, obesidad, visión defectuosa, problemas de audición, de defensas, con el colesterol, etc., etc... además de estar arrugadas como una pasa y menopáusicas perdidas a partir del momento justo en que el calendario marca los 40 añitos. O sea que la menopausia ya no llega alrededor de los 50 como siempre.... ¿Qué ha pasado? ¿Dónde me he perdido?

Si hay algún lector a punto de decirme que también ellos son blanco de las perfidias publicitarias, que se lo piense... Porque me parece que sólo he visto dos anuncios, ¡dos!, que pongan en entredicho las prestaciones de los varones. Y además, por lo que se ve, se trata de problemas con muy fácil solución. Sí,  me refiero al de las dificultades de erección, donde el prota es un señor de muy buen ver que resuelve su problema en el espacio de un anuncio. Nada de esperar quince días o no sé cuántas noches. Todo ello, además, en un entorno agradable, con una buena comida por medio y toda la comprensión y el apoyo de una señora bastante atractiva... Y el otro, el del señor, también un madurito interesante de clase media-alta, con problemas de oído, que se pone un audífono y ya está... ¡Tan campante!
Creo que huelgan los comentarios, ¿no?

En fin, a mi edad apenas puedo confesar alguno de esos desastres que según los publicitarios debería tener (¿¡será que no soy normal?!). Es más, me encuentro en plena forma y no dejo escapar ni una oportunidad para aprender y experimentar cosas nuevas. La última: ir en moto, de gran y de pequeña cilindrada. ¡Y me ha gustado! Os dejo con un enlace a un fragmento de una de mis pelis favoritas: Caro diario, donde un cuarentón espléndido, Nanni Moretti, disfruta del placer de recorrer Roma en Vespa.




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